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Un relato tan millonario como falaz
El gobierno nacional está gastando una escandalosa suma para imponer un mundo falso y perseguir a quienes se resisten a habitarlo
Los fondos estatales que mantienen en marcha el creciente universo de medios de difusión y programas destinados a propalar e instalar el mensaje o relato oficial suman 7143 millones de pesos.
La nada despreciable suma no financia un aparato de difusión, sino uno de propaganda exacerbada que incluye el ataque descalificador a quienes disienten del relato oficial. Al mejor estilo de los ya caducos sistemas de propaganda fascista, se pretende instalar una realidad que no es tal.
La suma equivale al 1,42 por ciento del presupuesto nacional e incluye, según una investigación de LA NACION, no sólo la publicidad para los grupos de medios oficialistas y programas como Fútbol para Todos , sino también el Sistema de Televisión Digital Abierta (TDA), creado en 2009 y que funciona bajo el control del ministro de Planificación, Julio De Vido, e insume 347 millones de pesos.
En la actualidad, la televisión digital oficial llega a un millón de beneficiarios de planes sociales. El Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Alicia Kirchner, junto con intendentes bonaerenses oficialistas, encabezan la distribución gratuita de receptores satelitales para ver canales como Encuentro, Paka-Paka, Incaa TV, 360 TV, Tecnópolis TV, Telesur y la Televisión Pública, junto con canales informativos como CN23, C5N, Canal 26 y América24. En su grilla están todos los canales de aire, pero, en cambio, no figuran ni Todo Noticias (TN) ni el Trece, que pertenecen al Grupo Clarín, que se pretende demonizar.
Para el funcionamiento de buena parte del aparato comunicacional se han pautado para el corriente año $ 4900 millones de pesos y la mayor parte se concentra en la empresa nacional de soluciones satelitales ArSat, con 3654 millones. Buena parte se los lleva la construcción de estaciones digitales de transmisión y la instalación de antenas receptoras en todo el país. El Consejo Asesor de la TDA recibirá otros 347 millones, mientras que la agencia oficial de noticias Télam, Canal 7 y Radio Nacional absorberán en conjunto casi 900 millones, ingresos que cubren exclusivamente sus gastos operativos y de equipamiento.
El pago de la publicidad oficial corre por cuenta de Télam, que en el corriente año gastará, precisamente, 550 millones de pesos en publicidad y propaganda en diversos medios, pero no en forma equitativa o en función de la audiencia o de la cantidad de lectores de cada medio sino, como lo viene haciendo desde hace varios años, de su mayor o menor cercanía con el oficialismo. Es así como todos los años se verifica el extraño fenómeno de medios gráficos de ínfima capacidad de venta que reciben altas cuotas de publicidad, mientras que medios independientes son ignorados por la pauta oficial pese a llegar a un público mucho mayor.
Pero ese fenómeno deja de ser extraño si se tiene en cuenta que el principal criterio para que un medio sea bendecido con publicidad oficial es, precisamente, convertirse en vocero del discurso del Gobierno, práctica que va en contra de fallos de la Corte Suprema e incluso de pronunciamientos de la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en 2003 sostuvo que la discriminación en la distribución de la publicidad oficial es una restricción indirecta de la libre circulación de ideas y una amenaza a la libertad de expresión.
La difusión a ultranza y por la mayor cantidad posible de medios del relato oficialista encierra dos aspectos de sumo peligro para la sociedad. Por un lado, se emplean fondos públicos para propaganda que exalta los presuntos logros del Gobierno. Pero al mismo tiempo, esa tarea de propaganda se ha exacerbado a tal punto que va más allá de la difusión e ingresa en el campo de la ficción. Así, se pretende instalar como si fuera verdadero un relato absolutamente mentiroso que abarca desde logros oficiales que no son tales, hasta mentiras tan groseras como que la inflación mensual es de menos de un dígito o que no existe un cepo cambiario.
Junto con ese intento por instalar una realidad que no es tal, el relato oficial incluye la agresión e incluso la persecución de aquellos a quienes se considera opositores y, en el caso de los medios independientes, se los acusa de divulgar mentiras, pues así denomina el oficialismo la información veraz cuando no encaja con su relato. En las desafortunadas respuestas y agresiones de la Presidenta a los alumnos que la interrogaron en universidades norteamericanas vemos qué ocurre cuando el relato oficial es cuestionado con fundamentos: carece de respuestas creíbles y sólo puede agredir.
En definitiva, miles de millones de pesos se están destinando para tratar de imponer un mundo falso y para perseguir a quienes no quieren habitarlo. Podría hablarse de una malversación de caudales públicos que corre a la par de una patológica malversación de la realidad..
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1515109-un-relato-tan-millonario-como-falaz